Nueva York es una ciudad única. Además de ser el escenario de infinidad de proyectos audiovisuales, es el epicentro del ocio mundial, «la ciudad que nunca duerme». En ella nació el Hip-Hop en los 70 y es considerada la meca del jazz (aunque naciera en Nueva Orleans). Artistas como Lady Gaga, Lana del Rey, Jennifer López, Fiona Apple, Patti Smith, Lou reed, Billy Joel, Notorious Big, Jay Z y un largo etcétera son originarios de esta ciudad.
Tras la muerte de Kurt Cobain, el panorama rock de los 90 fue perdiendo fuerza y cuando uno pensaba en rock a finales de siglo, solo venían a la cabeza grupos de hardcore (y muy buenos, por cierto), bandas de metal-harcore, rap-core, rap-metal (o como prefiramos encasillarlos) como Linkin Park o Limp Bizkit o de new punk con bandas como Green Day u Offspring. En el caso de Nueva York, durante los 90 nació un subestilo local del hardcore («el New York Hadcore») con bandas conocidas como Agnostic Front o Sick of it all y el CBGB como local emblemático de la ciudad que representaba esa escena, pero poca cosa más.
Por su lado, el britpop nació a principios de esa década y emergió con fuerza en el panorama musical mundial durante 1995 de la mano de bandas como Oasis, Blur, Suede, Pulp, Elastica, The Verve o Supergrass pero murió como género a manos de la misma industria al apostar por el nuevo concepto de boy bands como Take That o girl bands como las Spice Girls. Pero más allá de esto, el rock se encontraba en clara decadencia.
Pero en el año de los atentados del 11S, cinco amigos provenientes de la educación privada de la ciudad de Nueva York tenían una banda que iniciaría el anhelado cambio musical y pondrían a esta ciudad de nuevo en el mapa musical mundial. Se llamaban The Strokes y el 30 de julio lanza su primer disco llamado «Is This It» (sin la interrogación final, pues por motivos estéticos el grupo decidió prescindir de ella).
En lugar de ser eclipsado por los terribles acontecimientos en la ciudad, este trabajo fue la respuesta musical perfecta a los mismos.
Las letras de su cantante Julian Casablancas hablaban sobre la vida en la ciudad y la decepción de un futuro que no sería tan brillante y maravilloso como nos hicieron creer y simbolizó y representó sin igual la tensión vivida por sus habitantes.
The Strokes rechazaron trabajar con Gil Norton, productor de Foo Fighters y Pixies, y optaron por grabar en el pequeño estudio casero del productor Gordon Raphael con el cual se vieron forzados a crear canciones utilizando únicamente un poco de distorsión y reverberación dando lugar a su sonido lo-fi (casero).
Con él, dieron lugar a nueva manera de hacer música que se llamaría Indie-rock (recordemos que el término música Indie viene a referirse al concepto de «independiente» el cual promueve el “hazlo tú mismo”) y que daría lugar a muchos subgéneros como el indie-pop (The Drums), dance-punk (The Rapture), el dream-pop (M83), la neo-psicodelia (Tame Impala) o el chamber-pop (Arcade Fire), entre otros.
Por otro lado, con sus pantalones entubados, pelo desordenado y una actitud cuidadosamente apática también establecieron una estética como una característica propia del género.
Pero, al contrario a lo que sucedió con el Grunge, esta vez no había una escena claramente definida ni un lugar de culto tan establecido como Seattle (pese a nacer en una ciudad con tanta personalidad como Nueva York). Tampoco tenía un personaje al frente (aunque sin duda el cantante de Strokes podría haberlo sido). El indie-rock era un fiel reflejo de la era digital, con miles de grupos de todas partes peleando por la atención de un público que empezaba a sufrir la sobre estimulación de propuestas musicales provenientes de las plataformas de descargas o de streaming como YouTube y que, en definitiva, empezaba a consumir música más que a disfrutarla. Sin embargo, la realidad es que la ciudad norteamericana y en especial su barrio Williamsburg situado en Brooklin, se había convertido en «La Meca» del indie-rock.
Tras ellos, emergieron otras bandas en la ciudad como Interpol, Vampire Weekend, Yeah Yeah Yeahs o The Rapture y otras más allá de sus fronteras como Franz Ferdinand, Kaiser Chiefs, Artic Monkeys, The Killers, Arcade Fire, The Kooks, Foster The People, entre muchos otros. Y con ellos, muchos festivales de música como el Coachella, Glastonbury o el Primavera Sound se hicieron eco de la gran energía que desprendían sus directos y aglutinaron a su fiel gran masa de seguidores (la cual se caracterizaba por tener un significativo poder adquisitivo) que llega hasta la actualidad, 20 años después de su nacimiento como género.
En España ese movimiento tuvo su epicentro principal en la ciudad de Granada y fue representado por bandas herederas del rock de 091, Lagartija Nick o Los Ángeles, tales como Los Planetas, Lori Meyers, Supersubmarina o Los Niños Mutantes y otras nacionales como Sidonie, Dorian, Vetusta Morla, Love of Lesbian, Viva Suecia, Ivan Ferreiro, El Columpio Asesino, Neuman y un largo etc.
Puede que el indie-rock se convirtiera en su momento en la última escena rock potente, tras el grunge y el britpop. Su sombra se ha alargado hasta la actualidad y los line-ups de los festivales de música actuales son testigos de ello. La aparición de The Strokes y del resto de grupos supuso una refrescante mirada hacia el pasado que sirvió para inaugurar una nueva era del rock y revitalizar un género que actualmente vuelve a mostrar signos de desgaste, sobre todo por el tremendo auge que están teniendo todos los subgéneros de la música urbana los cuales ya están invadiendo los carteles de esos mismos festivales de música.
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