Año nuevo con música clásica

Y llegó el final. En unos días decimos adiós a 2017, para darle la bienvenida a un nuevo año. La nochevieja es una de las tradiciones que une a la gente a nivel mundial. Cada país tiene su tradición y su forma de despedir el año y dar la bienvenida a uno nuevo. Unos comen lentejas, nosotros uvas. Unos despiden el año entre gélidas nieves, otros en bañador… pero todos, absolutamente todos, lo hacemos al ritmo de la música. ¿Cómo no iba la música a acompañarnos en un momento tan especial? Todos bailaremos para celebrar que un nuevo ciclo comienza. Los programas de televisión emitirán sus especiales en los que participarán artistas de la música pop del momento. Las plazas se llenarán de orquestas interpretando los éxitos de ayer y hoy y las discotecas y mega fiestas, contarán con los mejores DJ’s para animar las primeras horas del año.

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Pero hay una forma más relajada de dar la bienvenida al año nuevo… y también es tradición: se trata de un concierto muy especial. Se retransmite a través de la televisión a todo el mundo y asistir personalmente a él es una de los sueños más difíciles de conseguir para muchos, ya que las entradas, además de caras, se consiguen a través de un sorteo. Se trata del concierto de año nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena.

Celebrado por primera vez el 31 de diciembre de 1939 con obras musicales exclusivamente de Johann Strauss (hijo), fue un gran éxito de público y crítica. Volvió a celebrarse el 1 de enero de 1941 y desde entonces no ha parado de celebrarse hasta ahora. Clemens Krauss fue el director de todos los certámenes hasta su muerte en 1954, pasando la batuta a manos de Willi Boskovsky, que se mantuvo en el puesto durante 24 años y que introdujo en el repertorio la pieza final que ha hecho famoso este certamen en todo el mundo: El Danubio Azul y la Marcha Radetzky. El concierto siempre ha sido fiel al repertorio de la familia Strauss, aunque en algunas ocasiones ha abierto el espectro musical introduciendo piezas de Mozart, Wagner o Verdi, especialmente si en el año en cuestión se celebra alguna onomástica que tenga que ver con algún compositor clásico importante.
El Concierto de Año Nuevo de Viena se convirtió en todos estos años en uno de los eventos más importantes de la llamada alta sociedad vienesa. El precio de las entradas subía cada año, especialmente en las butacas más cercanas al escenario, lo que conllevó más de una crítica por encasillar a la música clásica y a este concierto en particular en un acto para gente con poder adquisitivo alto, impidiendo que todo el mundo pudiera disfrutar de un espectáculo que debía ser para todos los públicos. Y fue curiosamente la televisión, que a finales de los años 50 ya estaba presente en la mayoría de hogares, lo que democratizó el concierto y lo llevó a todo tipo de hogares. 1959 marca un antes y un después en la historia de este concierto, al que a través de Eurovisión, puede acceder todo el mundo.

Tal es la demanda de entradas, que desde hace unos años, se ha implantado un sistema de sorteo para que los que deseen asistir al concierto del año siguiente, tengan oportunidad de hacerlo. Los que deseen acceder al famoso edificio del Musikverein de Austria y asistir el día 1 de enero al concierto, deben solicitarlo a través de internet antes de finalizar el mes de febrero, para entrar en el sorteo de una entrada. Hay precios para todos los bolsillos: desde los 35 euros que cuesta un asiento en las últimas filas del salón, hasta los 1090 euros que cuesta disfrutarlo en las primeras filas.

Sea como sea, se trata de un espectáculo único (que además en sus retransmisiones televisivas cuenta desde 2007 con un elenco de ballet que ameniza la parte sonora del espectáculo con una cuidada escenografía visual) y que ya forma parte de la historia y la tradición que une a millones de personas, para celebrar la llegada del nuevo año.

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