Los orígenes del villancico

¡La Navidad ha llegado! y cada vez parece que llega antes. Las calles se llenan de luces, las casas lucen sus árboles navideños y belenes. Y aunque haga frío, queremos salir y disfrutar del ambiente que se vive en las calles. También es momento de reencuentros; familiares y amigos nos reunimos para almorzar o cenar, o sencillamente tomar algo y contarnos cómo nos ha ido el año que está a punto de finalizar. Todo se llena de luz y buenos sentimientos.

Pero la Navidad no solo pertenece al reino de lo visual y las emociones. También pertenece al mundo musical.

La canción navideña suena en radios, establecimientos… ¡en todas partes! En España, el villancico, nuestra canción navideña tradicional y popular, también forma parte de nuestras costumbres. Al escucharlos, millones de recuerdos nos vienen a la memoria, especialmente de nuestra infancia, cuando vivíamos la Navidad de forma especial.

Pero… ¿Cuál es el origen del villancico tal y como lo conocemos hoy?

El villancico es una de las manifestaciones musicales castellanas más antiguas. En la edad media, no tenían un carácter religioso.

Eran canciones muy sencillas, que todo el mundo podía recordar y que se destinaban a recrear momentos especiales o recordar personajes importantes en las antiguas villas castellanas.

No es hasta el siglo XVI, que las autoridades eclesiásticas, que siempre habían promovido sus textos en latín, ven la necesidad de acercar al pueblo los misterios del nacimiento de Jesús de forma amena. Es así como empiezan a surgir las primeras composiciones destinadas a contar de forma musical, los comienzos del Cristianismo al pueblo llano.

A lo largo de los siglos, hasta llegar al XIX, el villancico recoge diversas influencias musicales como la italiana (principalmente operística). La tradición del villancico se transmitió de boca en boca hasta que, en los siglos XIV y XV, se comienza con una verdadera producción y se asienta definitivamente como una costumbre.

Los primeros villancicos de Navidad conservados en España con su música, parecen ser los que trae el Cancionero de Upsala, editado en Venecia, en 1556, y denominado “de Upsala” porque el único ejemplar conocido se encuentra en la Biblioteca de la Universidad de dicha ciudad sueca.

Uno de los máximos representantes de estas composiciones fue Juan de Encina. La mayor parte de los villancicos del Renacimiento se encuentran recogidos en cancioneros. Los más importantes – además de los Upsala, son los Cancioneros de Palacio, de la Colombina, y el de la Casa de Medinacelli.

Desde finales del siglo XIX hasta nuestros días el nombre de villancico ha quedado exclusivamente para denominar a los cantos populares, religiosos o profanos, pero con alusiones al misterio de la Navidad.

En Motiva, disponemos de una amplia base musical, tanto de villancicos clásicos, como de canción navideña de todas las épocas y estilos. Tanto para los amantes de jazz, como para los más clásicos.

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